Vita mortuorum in memoria vivorum est. Vita vivorum in memoria mortuorum est.
Recientemente he podido constatar en Les Dossiers d´Archeologie, de noviembre-diciembre de 2008, dedicado a "Rome et ses mortes",
la importancia que tiene la paleopatología para completar el
conocimiento del modo de vida de la gente de a pie en el mundo clásico,
el que nos ha sido legado, además, por los papiros que estudian los
paleógrafos.
Digo esto, porque, en mi opinión, mucha de la información "directa",
no "literaria", que tenemos sobre la vida cotidiana de la Antigua Roma,
procede, paradójicamente, por una parte, de los escritos en papiro o
madera de las zonas más alejadas del Centro del Imperio Romano - léase tablillas de Vindolanda o papiros de Oxyrrinco,
objetivos de la Paleografía- pero también de la escritura que nos
transmiten los muertos menos notables, objetivo de los paleopatólogos y
antropólogos entre otros.
Quién mejor que los propios bataneros romanos de Casal Bertone, entre
la via Tiburtina y Praenestina, por ejemplo, para hablarnos de sus
condiciones de trabajo, a través de los textos que fueron imprimiéndose
en su cuerpo a lo largo de sus duras jornadas de trabajo.
También algunos de los propios habitantes de Herculano, al decidir
refugiarse en los antiguos almacenes portuarios del siglo I,
intentando evitar la lava furiosa y mortífera del Vesubio, sin saberlo,
se convirtieron en portavoces fidedignos de la vida de su comunidad para
la actualidad.
A mis alumnos de Primero de Bachillerato, cuando llegamos al famoso tema del libro Familia Romana, Lingua Latina per se Illustrata, en el que se habla del corpus humanum yo les menciono la otra acepción para el término corpus, y parece como si hubiéramos querido significar que son los scripta como corpora humana, o los corpora humana como scripta.
Y todo esto me lleva, entre otras cosas a lo siguiente.
El domingo 23 de noviembre leí en el País un artículo del periodista Oriol Güell sobre la situación por la que atraviesa rursus et rursus una zona en el limes del Imperium GXX.
Los corpora de parte de la población de Goma - en el Congo- están condenados a convertirse, como los corpora romanorum,
en los portavoces directos de las duras condiciones de vida de muchos
de los habitantes de aquella zona, para los paleopatólogos y
antropólogos del Tercer o Cuarto Milenio - si aún hay quien viva para
contarlo o investigarlo-.
Y se sorprenderán de que en el año 2008 - más o menos Carbono 14- de
nuestra era las contradicciones en el modo de vida de los hombres en el
Imperium GXX eran parecidas a las que se vivían dos mil años antes, en
el otro Imperio, el Imperium Romanum.
El médico Joseph Muyumba habla, en el artículo mencionado, de las
secuelas irreversibles que el conflicto dejará en una generación de
niños que no han conocido otro ambiente que la guerra, por su
malnutrición severa que ya ha causado trastornos en su desarrollo
Y esto quedará escrito en sus corpora para tiempos venideros en los que esperamos las cosas hayan cambiado ya de una vez por todas.
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