"Sócrates era del más bajo origen. Plebe. También se sabe que era horroroso. La fealdad, que para nosotros es ya una objeción, para los griegos era casi una refutación. Y aún podemos preguntar: ¿era Sócrates griego? La fealdad deriva frecuentemente de un cruce o mestizaje. En otros casos, de la decadencia. Los criminalistas antropólogos nos dicen que el delincuente típico es feo: monstrum in fronte, monstrum in animo. Pero los delincuentes ¿son decadentes? ¿Fue Sócrates el delincuente-tipo? Se refiere a que un extranjero que entendía de rostros, pasando por Atenas, dijo a Sócrates cara a cara que era un monstruo, que albergaba dentro de sí los peores vicios e inclinaciones. Sócrates se limitó a responder: "Me conocéis, señor."
El pintor Giovanni da Modena en 1401 nos mostró el rostro terrible del Demonio bajo el aspecto de un temible Monstruo.
Lejos de la sabiduría, la fealdad, el mestizaje y la pobreza del filósofo Sócrates, y del Demonio del fresco de Bolonia, los monstruos in animo se mueven de una manera más sutil, a la luz del día, no viven en sueños ni se manifiestan en la noche, ni esperan en ficticios callejones, iluminados por la luna llena en la oscuridad de una sala, para mostrarnos rostros deformados.
Son los rostros reales y cotidianos de la represión y el terror monstruosos que se manifiestan en la monstruosidad de la apariencia.
El rostro del hermano Lorenzo, burocrática sotana de Jefe de torturadores del Santo Oficio, es espejo de los horrores de la intolerancia de los Fantasmas de Goya, del fanatismo, que destroza sin compasión inocencias en rutinarias sesiones de tortura. La inocente Inés es nuestra heroina en su viaje hacia su locura imaginada, contra la que chocan los monstruos engendrados por los sueños de la razón.
El capitán Vidal, ogro adulto de buenas maneras, esconde su mirada siniestra del dios Helios Panoptes, que todo lo ve, y sus soflamas de honor y patria, responsables de una realidad criminal basada en el terror , no tienen cabida en la imaginación de la niña Ofelia y su amigo Pan.
Un lugar imaginado, El Laberinto de Pan - el Fauno -, tan siniestro para Ofelia como la realidad que le ha tocado vivir, pero onírico y mítico, donde se mueve con cierta libertad contra ese mundo del comedor y estigmas del Hombre Pálido
El soldado nazi impecable en su atuendo militar gris, que nos roba con dulce frialdad hacia el cadalso a la niña, no arrebata de nuestros sueños de blanco y negro en Schindler el color rojo de su inocencia, ni la bondad de las criaturas Golem y Frankenstein.
Siempre nos quedará la mirada de Ana capaz de ver la magia en nuestro mundo irreal y prosaico de Espíritu de la Colmena
¿Qué pudo la hybris y violencia de Leopold frente al fantasma de Sophie, rescatada por la magia del Ilusionista del mundo de sus Sombras?
Monstrum in animo, monstrum.
FINIS
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